Invasión
- @nodosccp
- 17 feb 2017
- 1 Min. de lectura
Desde tiempos remotos hemos sido dominados por fuerzas sobrenaturales que nos extorsionan silenciosamente, formando parte del inconsciente colectivo.
Sin ir más lejos, en la primera década del 2000 fuimos víctimas de un ritmo brasilero que a punta de ropa interior y movimientos tántricos hacía sentir desadaptadas y/o anarquistas a todas las niñas talla L de la educación nacional (inclúyase LGTB en esta descripción).
Años más tarde, esas mismas niñas unieron fuerzas y en un intento por demostrar que existían se hicieron llamar emos, otakus, góticas, hardcoritas… identificándose con un sinfín de “tribus urbanas”, cuyo fundamento se centraba en un sentimentalismo contenido.
De aquellos tiempos solo quedan secuelas opacadas por la reconstrucción moral que ocurre en la transición entre adolescencia y juventud.
Hoy en día, las redes (anti) sociales han neutralizado este zoológico humano, unificando patrones físicos de comportamiento.
Es en esta lucha entre individuo y sociedad donde resurge del inconsciente pokemón la tan en boga “selfie” y toda la gama de filtros fotográficos que despistan al espectador sobre la realidad facial de los usuarios. Solo basta con disminuir el brillo y el contraste para darnos cuenta que estamos en presencia de verdaderos alienígenas.
@nodosccp

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